Violencia en las escuelas
-Por Natalia Quintana (*)
La mayor caja de resonancia de la crisis social y económica en la que está sumergido nuestro país y nuestra provincia es, sin dudas, la escuela.
Si a esta realidad le sumamos las experiencias vividas por los estudiantes de dos años de escolaridad sin presencialidad, cuyas consecuencias impactan de manera negativa tanto en su emocionalidad como en sus relaciones sociales, de forma tal que se altera el proceso de socialización, encontramos que todos estos factores potencian la conflictividad dentro de las aulas.
Escuchamos historias aberrantes sobre situaciones de violencia en las escuelas. Docentes, alumnos, y familias se ven amenazados día a día por estos episodios. Los dispositivos con los que cuenta la escuela para hacer frente a estas situaciones son escasos.
Los equipos de orientación escolar son quienes tienen la mayor preparación dentro del sistema para afrontar estas situaciones y ofrecer canales de solución, pero se ven limitados cuando llega el momento de articular con otros organismos que deben trabajar de manera colaborativa, articulada y bajo la idea de corresponsabilidad como lo establece la ley, y que escasamente dan una respuesta sistematizada.
En las escuelas se producen hechos de violencia explícita entre alumnos, hacia docentes y con las familias.¿Quién no conoce a alguien que fue cambiado de escuela por sufrir bullying? También aparecen situaciones de vulneración de derechos que manifiestan los estudiantes en todos los niveles y modalidades: desde la violencia familiar, abuso sexual, consumo de sustancias tóxicas, abandono o negligencia en los cuidados y situaciones de salud mental.
Hace años que el sistema educativo se enfrenta a estos problemas, pero fueron silenciados y potenciados por la pandemia y la no presencialidad durante los últimos dos años.
Las herramientas con que cuenta el sistema educativo para afrontar estas situaciones -Equipos de Orientación Escolar, Equipos de Infancias y Adolescencias, Equipos de Primera Infancia, Equipos de Inclusión, Centros de Orientación Familiar, acuerdos institucionales de convivencia, Consejos de convivencia, y por supuesto la implementación de la ESI- sólo serán efectivas si son acompañadas por el sistema de supervisión, los organismos provinciales y distritales de niñez y adolescencia, de salud y organismos de justicia, en el marco de una política social que tenga como principal objetivo el trabajo con las dinámicas familiares y noel asistencialismo.
Es necesaria la creación de un dispositivo provincial de carácter interministerial para el abordaje de situaciones de violencia en las escuelas. Los docentes son quienes, por su contacto permanente con niños y jóvenes, pueden detectarlas tempranamente, pero no pueden afrontarlas solos. La intervención debe ser interinstitucional e interdisciplinaria, y con el mismo compromiso de sostenimiento que la asistencia del alumno en la escuela.
Es necesario también trabajar con nuevos paradigmas como lo son las estrategias de resolución pacífica de los conflictos, el manejo de las emociones, el clima áulico y el clima escolar.
Si no hay un compromiso provincial para el abordaje de estas situaciones, de todos los organismos, las escuelas no podrán dedicarse de manera eficiente al proceso de enseñanza y aprendizaje por tener que destinar tiempo y energía a la permanente contención de conflictos.
(*): Licenciada en Trabajo Social. Consejera general de Educación de la Provincia.