La Municipalidad estudia retomar el proyecto de pavimentar los accesos a las localidades rurales
Una vieja promesa que atravesó a los últimos gobiernos bragadenses, al menos desde la vuelta a la democracia en 1983, vuelve a aparecer ahora en la agenda municipal. Desde la administración del actual intendente Vicente Gatica anunciaron en las últimas horas que podría reactivarse el proyecto de asfaltar los accesos a las localidades del Partido.
“Estudian esquemas de financiación bajo el sistema PPP (Participación Público Privada) y un fideicomiso con el BAPRO, mediante una Contribución de Mejoras. Prevén iniciar consultas con las entidades rurales y productores”, informó la Municipalidad a través de una gacetilla de prensa, que dio cuenta de una reunión entre el jefe comunal Gatica; el secretario de Obras Públicas, Fabio Bollini; y el concejal de Cambiemos, Marcelo Bondoni, con el fin de evaluar la viabilidad de la iniciativa.
Desde el oficialismo confían en que, a diferencia de las décadas pasadas, actualmente existen condiciones para que esta vez el proyecto dé un salto al plano de la realidad. “Gatica (…) tiene previsto avanzar en este tema y estudiar la prefactibilidad para presentar una carpeta técnica ante la gobernadora María Eugenia Vidal y su equipo, para solicitar asistencia técnicofinanciera y que el proyecto se incluya en los llamadas obras de Participación Público Privada (PPP)”, explicaron desde el municipio.
Una promesa de los años de Ienco y Figueras
Basta con revisar el archivo periodístico bragadense para reconocer que la llegada del cemento a los caminos de ingreso a los cuarteles del Partido hace mucho tiempo es inminente, pero nunca se concretó. En su edición del 22 de diciembre de 1983, el diario La Voz de Bragado dio cuenta de un agasajo al periodismo de parte del entonces flamante senador provincial radical -más tarde intendente- Ernesto Figueras.
Según la crónica del evento, Figueras llegó a la reunión con “importantes anuncios”, que en realidad eran noticias alentadoras enviadas desde el gobierno provincial de Alejandro Armendáriz, sobre un ambicioso plan de obras que beneficiaría a Bragado.
“La provincia de Buenos Aires está en marcha y el radicalismo desde el gobierno está cumpliendo con lo prometido desde el llano, a pesar de la desastrosa situación heredada”, expresó Figueras, por aquel entonces al matutino. De acuerdo con las palabras del legislador, a Bragado le esperaban obras como “el Gasoducto Saladillo, el acceso a Comodoro Py, el regreso de las delegaciones del Registro Provincial a las localidades de O’Brien y una ambulancia para Irala”.
Algunos meses más tarde, fue el intendente justicialista Ricardo Ienco, en una entrevista con el mismo medio gráfico -“El Intendente responde a nuestro cuestionario”, jueves 1° de marzo de 1984- quien volvió a anunciar con bombos y platillos la pavimentación del acceso a Comodoro Py e Irala. Lo hizo al enumerar una serie de proyectos que tenía en carpeta para el período de su gestión (1983-1987): “Reparación de la planta depuradora y estación de bombeo cloacal; Provisión de cañerías de impulsión para unir el sistema de agua con los tres pozos en perforación; Equipo electrógeno que asegure energía al sistema de agua; Ampliación de la red de agua en el barrio Pueblo Nuevo; Gas Natural; Reconstrucción del sendero para bicicletas del Acceso a la Ruta 5; Camino de Circunvalación; Pavimentos urbanos; Accesos a Comodoro Py, Irala (…) Viviendas ante el Instituto de la Vivienda y Unidades solicitadas por Plan solidaridad para los cuarteles.
En la misma entrevista, Ienco reconocía que el diálogo con el gobierno provincial era aceptable, a pesar de que se trataba de un signo político opuesto, pero reconocía que las arcas públicas estaban lejos de pasar por su mejor momento. “El diálogo con el gobierno provincial es el normal dentro de un marco de entendimiento en el que el funcionamiento que determina un estado de emergencia, que obliga a manejarse con austeridad”, advertía el jefe comunal peronista. Lo cierto es que la localidad de Comodoro Py se ha convertido en el emblema de una promesa postergada, que ha dejado en ridículo a varios de los políticos que transitaron por la vida pública de Bragado, en la última treintena de años.