Lealtad: un concepto que se aplica a las ideas y las instituciones… ¿y a las personas?
Cualquier intento por realizar un análisis desapasionado de la realidad política local, que por algunas centésimas es reflejo de lo provincial y nacional, debería comenzar diciendo que el 13 de agosto constatamos que la ciudadanía apostó por seguir apoyando el modelo de gobierno actual, tiñendo el mapa bonaerense de amarillo, a pesar del creciente endeudamiento externo, los tarifazos desmedidos, el escándalo de los Panamá Papers, el nepotismo y muchos etcéteras más.
La pregunta que brota, a partir de los resultados de las últimas elecciones PASO, es: “¿Por qué se dio un triunfo tan contundente de Cambiemos?”. Varios esbozos de respuesta surgieron a partir de allí, pero prefiero aferrarme a una frase de Juan Domingo Perón (aunque con alguna modificación), para decir: “No es que ellos sean malos, nosotros fuimos peores”.
Y esto tiene que servir a modo de autocrítica, porque si nunca nos hacemos cargo de nuestros errores, inevitablemente construiremos un pensamiento político casi adolescente.
¿Cristina es funcional al gobierno?
Si, absolutamente. La explicación es muy simple: tiene un piso alto de votantes (o masa crítica) y un techo muy bajo, por tener una muy alta imagen negativa, con lo cual es la adversaria perfecta para cualquier gobernante en una elección. Es fuerte, sin dudas, pero no lo suficiente para derrotar al oficialismo, que aprovecha su condición para jugar mediáticamente con las denuncias de corrupción en su contra.
Cuando está desaparecida de la escena política, no molesta al gobierno; pero cuando eleva un poco su perfil, aparecen las denuncias y los llamados a indagatoria. Cristina lo sabe, pero, por un lado, debe responder a la exigencia de sus militantes de que asuma una vez su rol de líder; y, por otro lado, su eventual presencia en el Senado de la Nación le aseguraría (en potencial) la libertad.
Sin embargo, con su modo de construcción política, basado en grandes amores y grandes odios, el tablero de ajedrez le muestra que el jaque mate es sólo cuestión de tiempo.
¿Cristina es peronista?
No. En Bragado lo vivimos con la desaparición del Consejo de Partido Justicialista (PJ) y lo propio observamos a nivel provincial, en donde el ex intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, es al mismo tiempo presidente del Consejo partidario y opositor al Partido Justicialista.
Cristina es la creadora de un partido con orientación peronista y esto se observa en la metodología de aplicación del proyecto nacional y popular. Ha sabido utilizar al peronismo como herramienta política para el logro de objetivos -utilizando la “marchita” en forma antojadiza, según conviniera a sus aspiraciones políticas-.
Lo que sí está a la vista, es que el kirchnerismo acuna en su seno a una enorme cantidad de peronistas, a quienes la dirigencia deberá (en el futuro cercano) reagrupar dentro del Partido Justicialista, porque ese es su lugar de origen y además porque corremos el riesgo de que desaparezca nuestro movimiento. Para evitarlo, requerimos de una gran dosis de apertura integracional, tanto de parte de quienes estamos militando dentro del PJ, como de quienes están fuera.
Cambiemos se fortalece día a día aprovechándose de los yerros del gobierno que lo antecedió, y esto más allá de la formidable maquinaria mediática y la inmediata respuesta de una parte de la sociedad que todavía quiere escuchar. No podemos negar el pasado, y a pesar de que Cristina congrega hoy a la masa opositora más importante, no menos cierto es que presenta grandes limitantes, por lo que debemos tomar conciencia acerca de la urgencia de que aparezcan nuevas figuras, que el justicialismo es capaz de construir. El PJ posee los recursos humanos, la estructura y la organización para que emerjan nuevos cuadros de su interior y se conviertan, con la conformación de un Frente mediante, en una verdadera opción para todos los argentinos.
Hoy, Florencio Randazzo va por dentro del PJ, propone un peronismo transparente, dialoguista, cerrador de grietas y, sobre todo, conciliador. Los peronistas debemos fortalecer nuestro espacio para concretar su relanzamiento. Pero esto sólo se logra con lealtad, lealtad al Movimiento, lealtad a las ideas y a nuestras convicciones; lealtad de parte de quienes no especulamos políticamente, de quienes pensamos que un cargo no es para tener una dieta asegurada por cuatro años, de quienes pensamos que la palabra tiene el valor de un documento y nos sentimos custodios estrictos de la fidelidad peronista ante cualquier compromiso espurio en perjuicio de los excluidos, la industria, el trabajo y la familia, o, en pocas palabras, de la Nación.
La Lealtad, entonces, debe ser hacia las ideas y las instituciones. Para las personas -para los nombres propio- tiene su límite, y éste aparece cuando se abandonan las ideas, los objetivos y, aún más, la legalidad.
(*): Candidato a concejal de Bragado por el Frente Justicialista Cumplir.